Wednesday, March 3, 2010

Día 7

Por José O. Alvarez

-Si quieres sacarle jugo a mi apartamento, ¡usa la hamaca!

Distraído como vivo en mi académica actividad que de académica se concentra en revisar los mismos errores sintácticos y conceptuales una y mil veces, no le puse atención a estas palabras que Marta pronunciaba con un acento especial, con ese toque que se le da a una comida cuando sale perfecta, a un artefacto cuando sale bien elaborado, a un amor cuando alcanza la epifanía. Solo ahora que me mezo en esa hamaca me doy cuenta que se quedó corta: es como ocupar el trono de Dios al finalizar el séptimo día de la creación. Bandadas de aves merodean el enorme lago que levanta sus vellos que tiemblan plácidamente. Las veo volar y sobrevolar allá abajo y descubro con sorpresa que no tengo que elevar mi mirada para ver el cielo floridiano porque el enorme espejo del lago me lo prodiga junto con el enorme sol que se desangra y la enorme luna que derrama su plata.

Ahora entiendo por qué Dios mira con desdén desde las hondas alturas a esos seres diminutos que se destrozan darwinianamente allá abajo en ese planeta que enrojece de soberbia. También comprendo que Marta, que ha viajado al otro lado y ha regresado feliz y victoriosa, acrisolada por el dolor que la ha purificado y embellecido, se sienta como Dios en este Día siete. Por eso comparto aquí ese día que Marta Sepúlveda recrea en este poema:


DIA 7

Por Marta Sepúlveda

Esta mañana
tus manos son blancos adioses en las alas de las garzas sobre el lago
adioses o bienvenidas... ¿qué serán?
Miro como vuelas duplicado sobre el agua
mi amor, mi blanco amor de esta mañana.

Casi alcanzo a ver la curva de tu espalda
semejar un escudo delante de mí sobre la cama,
¿de qué me separas?
¿de qué me proteges?
¿de quién me escondes?
¿a quién no me dejas ver?
la miro de nuevo y ahora es una montaña
quiero escalarte para ver tu otro lado
remontarte feliz, y victoriosa conquistar tu cima
dejarme caer en tus precipicios
para reiniciar maltrecha nuevamente tus secretos senderos.
Mi montaña lejana cubierta de bruma
no descansaré hasta clavar mi ondeante orgullo, allá,
en esa parte tuya, más alta
donde te pareces al cielo.

                                      Miami, 2009

Monday, July 13, 2009

I shall pronounce a star

By Rubi Arana
Translation David Miller
[Adriana Herrera & David Miller]
It is an honor to be here and talking to you in Spanish language. With love and respect toward what the great North American Literature represents and the language of Shakespeare, but above the immense Whitman, father of powers.

I would tell you, I am not one poet but: since my early childhood I am with my scriptural habits removing it together with a personal style and a thought for the new Age of Aquarius. I am a woman of the passing of centuries, and my poetic order belongs to this. I have prepared all my life to for giving the best of me, which is a little, but the seeds are small.

I come from one of the poorest countries of the globe, Nicaragua, in the very center of America, but the hallucinating sun of Ruben Dario lives as the spring of sounds and gave the shine that I needed to the very Spain. If I name a poet from the land in which I born, it is because this great beings the parallel of that other great being that I named before: Whitman.

I could cite a universe of names, but I shall only pronounce a star: the Chilean star of Pablo Neruda, Nobel Prize 1971. I work in the Spanish idiom, Cervantes Language that is also the voice of the immigrant that does not have a voice. We are the other face of the coin. But it is the same coin.

Before the homage we have made a record upon the mantel, that of Michael Jackson: direct son of Terpsichore, inhabitant of the center of our hearts.

Thanks you very much.

Coral Gables, FL 6/30/2009

Pronunciaré una estrella

Por Rubí Arana (Palabras de presentación de su libro "Homenaje a la tierra" en The National League of American Pen Women.)

Es un honor para mí estar aquí y dirigirme a ustedes en idioma español. Con amor y respeto hacia lo que significa la gran literatura norteamericana y el lenguaje de Shakespeare pero, sobre todo, el inmenso Walt Whitman, padre de poderes, diría yo.

No soy una poeta más: desde temprana infancia estoy con mi hábito escritural sacándole punta a un estilo personal y a un pensamiento más cósmico para la Era del Aquarius. Soy mujer del cruce de siglos y a éste pertenece mi orden poético. Me he preparado toda una vida para dar lo mejor de mí, que es poco, pero las semillas son pequeñas.

Vengo de uno de los países mas pobres del orbe, Nicaragüa, en el centro mismo de América; pero el sol alucinante de Rubén Darío vive como primavera de sonidos y le dio el brillo que necesitaba a la misma España. Si nombro a un poeta de la tierra en que me tocó nacer es porque este gran ser es el paralelo de ese otro gran ser que he nombrado antes: Whitman.

Podría citar un universo de nombres ilustres pero sólo pronunciaré una estrella, la estrella chilena de Pablo Neruda, Premio Nobel 1971; no he venido, pues, con las manos vacías. Trabajo en idioma español para el idioma español, aquí, en Los Estados Unidos (del norte de América) la lengua cervantina que es también la voz de los inmigrantes que no tienen voz. Nosotros somos el otro rostro de la moneda, de la misma moneda.

Antes del homenaje voy a echar un disco sobre el mantel, el de Michael Jackson: hijo dilecto de Tepsícore, habitante del centro de nuestros corazones.

Muchas Gracias

Coral Gables, FL junio 30, 2009

Rubi Arana: la voz de Eva recontando el mundo

Por Adriana Herrera
Especial/EL Nuevo Herald, noviembre 9, 2008 - 2D Galería

Rubi Arana, poeta nicaragüense que llegó a Miami en 1974, "como parte de ese éxodo que siempre deja las huellas de los pies de todo tamaño sobre el barro", según Sergio Ramírez, había descubierto desde muy niña, cuando el polio la inmovilizó, que las palabras tienen el poder -y el placer- de los juegos y son capaces de sostener los mundos que se precipitan. Entre los tres y los cuatro años, sujeta a la inmovilidad, forzosamente separada de los otros niños que no sabían cómo jugar con ella, se entretenía “escuchando los sonidos, el ruido de las palabras" que provenían del mundo de los adultos, tan distante. Rescataba frases como "el plato de China es rosado" y las guardaba en la memoria, para llenar con ellas el tiempo infinito de la oscuridad nocturna.

Cuando aprendió a caminar de nuevo y descubrió los signos alfabéticos eligió una columna del patio de su casa en Masaya para garabatear esas frases memorizadas con un lápiz que le transfirió la emoción del signo escrito. Los repasaba. “Un día me vieron y descubrieron toda manchada la columna y tuve que borrar toda mi gran obra literaria". Luego, sentada en las gradas del patio mirando hacia arriba escribía sobre el cielo, los pájaros y las flores sin saber que hacerlo era el inicio de su propia poesía.

En los 60’s, en plena juventud comenzó a ser consciente de la poesía, a creer en "un Dios cósmico" y se liberó de la métrica gracias a los Veinte Poemas de Amor y Una Canción Desesperada. "No es Darío el libertador de América, sino Neruda.” Luego, debió matar al padre literario, para hallar su voz e iniciar "una fundación solitaria”. En el libro que presentó en la feria del libro de Miami, Homenaje a la Tierra, ¬escrito después de otros como Emmanuel, o In Nomine Fillii- hay un juego intertextual con la Residencia en la Tierra, pero el recurso del homenaje no aminora la soberanía de su mundo poético. Mas allá de los rasgos surrealistas o del eco de las tradiciones de la literatura ocultista, es claro el rastro de un camino de creación solitario.

La primera parte del libro contiene un génesis narrado por una voz femenina, Acahualinca, nombre de la tierra y mito del origen, no solo es un cosmos en gestación, sino también el nombre del barrio mas miserable de Managua, espejo de una carencia que trae el peso de siglos:

"En Acahualinca
las casas/son de cartón
los techos de las casas
como los zapatos
de Manacho
se esfuman con la lluvia.
Las casas de Acahualinca
se diluyen
como los zapatos
que conmueven
los zapatos
con pavor al agua
del pobre Manacho".


La enumeración de un cosmos desemboca vertiginosamente en los recodos de la historia. La poesía hila, contra toda mascarada, su intento de restituir la esperanza humana:

"Pudiera ser del alba su luz que llega" (...)
Tendrás el pan
Acahualinca
un cetro
sonoro como címbalo sagrado
y el lento vuelo del bronce".


Si hay un signo común en su palabra es el tejido que entrelaza lo mítico atemporal con la voluntad de forjar un modo de encarar la condición de la historia, la desafiante elección de la poeta que reescribe el mundo, transgrediendo. En Salutación, se dirige a la figura de Eva, madre de los desobedientes:

"Madre Ave
heme aquí tu gracia
tu manzana rodando
en todas partes".


En su Estudio sobre Eva deroga los códigos ancestrales de la veneración y reescribe un génesis desafiante. Mujer Tres es uno de los poemas mas poderosos:
"A imagen y semejanza de la soledad
Eva fue hecha",
escribe y dice, altivamente:
"Eva que desafió al infinito
y recibió lo infinito
la hostia mordida del fruto
la sal invisible en el mar
la soledad de la creación".


Esta Eva que tiene nombre de piedra roja ha decantado durante décadas esa soledad y en ella ha aprendido a escuchar los sonidos del mundo:
"La danza en la caída de las gotas de lluvia
el profundo azul del espacio
la explosión de una estrella de sonido
Todo realmente vive pensando
debajo de las pequeñas flores todo está pensando".


En la tercera parte de su libro, Con Música de Yaraví, hay una "hierogamia", una visión del rito de la cópula como un matrimonio o alianza que involucra el cosmos:
"En tu cuerpo vi la palabra de un árbol
escrita antes en las constelaciones (…)
Bello eres y noche obscura
la boda del mar y el cielo recostada en el horizonte llueve
como sale amor de tus manos a tus pies
la tierra misma rueda
Mi cuerpo es una réplica del cosmos".


De su poesía dice certeramente Sergio Ramírez que sabe "abrirnos la puerta de la intimidad más honda, donde podemos sentarnos a partir y por eso a compartir el misterio en lo hondo de la cueva donde la luz que alumbra es la de la mujer que escribe".

Wednesday, July 1, 2009




Por José O. Alvarez, Ph.D.

Fiel a la memoria del olvido que convierte mamotretos en sentencias y sentencias en palabras, recurro a tres vocales fuertes que cambian en el título de esta nota, para formar una unidad que sirve para desentrañar la semilla que la poeta nicaragüense Rubi Arana ha sembrado en el silencio sagrado del planeta de Acahualinca como un homenaje a la tierra donde Hombre, Hembra, Hambre, son trinidad unitaria, totalidad germinal que cuestiona el caos que hemos creado.

En días pasados, bendito entre muchas mujeres del Pen Club, tuve la oportunidad de escuchar las palabras presocráticas que pronunció Rubi Arana y que me remontaron al génesis donde formas caóticas del agua, aire, fuego, lodo volcánico, generaron esa trinidad de Hombre, Hembra, Hambre, que ahora destaco de su libro.

La visión panteística de Rubi la recoge en la palabra Hombre, para representar al vasto círculo donde se confunden el arriba con el abajo, la noche con el día y los sueños indios, morenos, blancos y amarillos. Admiradora de Walt Whitman, como él, Rubi sueña también con esa cita imaginaria de una humanidad amante y hermanada. En este Hombre retumban también los ecos de ese vientre de América llamado Pablo Neruda que la toca con esa potente voz que está

más allá del pan, más allá del vino, más allá del fuego.

Hembra es la Eva Antigua varona centro del universo que también es trinitaria porque tiene mucho de macho, mucho de hembra y mucho de los dos. El carácter fuerte de Rubi lo demuestra: ha llegado al estadio en que se funde esa trinidad que poseen los habitantes del porvenir recreados magistralmente por Borges.

Como el Tao, esta Hembra es como el eterno vacío lleno con infinitas posibilidades cuánticas que existe mucho antes del Verbo y mucho antes que Dios. En ese caos primigenio reina el misterio de esa nada pretérita y por venir.

Según Adriana Herrera, quien hizo la presentación de Rubi Arana en ese acto cultural, lo que hace la poeta nicaragüense es recoger en este libro fragmentos de ese palimpsesto garabateados en una columna del patio de la casa de Rubi en su Masaya natal. (Ver nota)

Hambre denuncia no solo a los poderes erigidos desde las derechas (a los Somoza agrega el apellido de Matón) o desde las izquierdas (que con nombre de profeta engañan con máscara libertaria) para mantener a los habitantes de la tierra del Padre Nuestro con la esperanza del pan que no les llega cada día. Con Rubi podemos detectar que los habitantes de Acuahualinca no poseen sino el temor al agua que pierden bajo la lluvia que destruye sus zapatos y sus casas de cartón. Hasta a su amigo de toda la vida, Sergio Ramírez, ex-vicepresidente de Nicaragua, le hace el mismo cuestionamiento. Mas escritor que político, Sergio le contesta con un prólogo donde confiesa que esos cataclismos que les dieron la vida siguen sin resolver. Por eso la denuncia del Hambre hecha por Rubi no es una denuncia panfletaria porque no toma partido sino que toma entero como Varona integral.

Al igual que sus maestros Whitman, Darío y Neruda, Rubi usa las palabras como Hombre, Hembra, Hambre para desentrañar las huellas de Acahualinca y llenar de poesía ese vacío sagrado que nos llama como una liberación.

Huellas de Acahualinca



Monday, June 29, 2009

Ariadna se interroga en ausencia de Teseo

Por Adriana Herrera Téllez

Sólo después de un combate a oscuras, desgarrada por la duda, Ariadna entregó al héroe el hilo que conducía a la salida del laberinto. No había apurado aún hasta el fondo la copa de vino rojo que le ofrecía, pero lo había visto caminar descalzo marcando su pie sobre las rocas, haciendo saltar chispas de color bronce en la oquedad del tiempo y quería beberse su voz, deslizarse por su garganta, reconocer sus manos de varón, palpar sus dedos sobre ella, descender con él hasta no sabía qué reino buscando el lecho de ríos que no tuvieran nombre.

Dispuesta a aventurarse con él –aún sin mapas ni rutas definidas- hasta el fondo de la noche, había traicionado su propio secreto y el de todos los suyos para encontrarse al fin de pie en el puerto, dispuesta a remontar a su lado las aguas más hondas, esos reinos mar adentro donde la ardiente transparencia enciende la carne.

Había transgredido todas las leyes para irse con él, en espera de que esa sola palabra, más poderosa que la lengua de los ángeles, brotara de la boca de Teseo en la que ella se hundía tibiamente hasta la oscuridad sin fondo.

¿Acaso importaba ahora que él no la hubiera pronunciado nunca si a fin de cuentas una y otra noche en la travesía hasta Naxos, ella había resurgido de su extravío con el grito de gozo de la nadadora que emerge desde lo más profundo y se reconoce por primera vez a sí misma?

Ariadna había recorrido el laberinto y sus espejos buscando su silueta de Minotauro como si fuera el anverso de su sombra, la prolongación de su propio cuerpo. A menudo se detenía siguiendo un tácito código, señales que provenían del aliento turbio del toro y que parecían agudizar en ella la sensación de que a base de postergaciones –alivianando la prisa con la que se acercaba a él- podría dominar el peligro.

Acaso habría sido mejor que siguiera desde el principio las precipitaciones de sus propias corrientes, el vértigo que el Minotauro le imponía a su sangre.

Acaso tampoco habría bastado.

Cuando entró al fin en el último círculo del laberinto no tenía ya ningún secreto que revelarle, Ninguna muerte que ofrendar, ningún conjuro para liberarlo.

Descubría que era extranjera –había estado tocada por la pasión del ateniense- y que otra mujer que tenía su mismo nombre había desenrollado ya el ovillo. No para que héroe alguno hundiera el acero en el cuello poderoso del toro, sino para adentrarse ella misma hasta el vertiginoso centro, despojarlo de la máscara de la bestia e ir tras él al festín del amor que retorna a la inocencia.

Adonis

Por Beatriz Mendoza

Adonis de cuerpo blanco que duermes en mi cama,
dime: ¿cómo llegaste hasta aquí?
¿Acaso te arrastré por los pelos hasta mi guarida oscura
para devorar tu cuerpo de queso poco a poco?
¿O te metiste en mi casa mientras yo dormía
y me sacaste de los brazos de otro
sólo para descubrir que ya no estabas,
que te había soñado?

¿Qué hiciste con la última noche que pasamos,
la noche en que vi el mar y todos los colores
bocabajo, desnuda, en un rincón desde tu cama?
¿La echaste al día siguiente por la borda del barco
que te dejó para siempre en el reino de mis sombras
o la diste de comer a las nubes que hambrientas
desde fuera del avión que te llevó de vuelta
contemplaban absortas tu belleza?

Agradecida estoy con las dos diosas
pues no soy reina del amor ni de la muerte
y sin embargo me fue dada tu belleza al ofrecerte
mi lecho durante uno de los cuatro meses
que Zeus destinó para tu propio goce.
Adonis de cuerpo blanco, tú querías un poema.
¿No sabes que los versos, como las cosas nobles,
están reservados para los bellos de espíritu?
Yo maté tu recuerdo una mañana
y esparcí su sangre en mi jardín
y hoy vibra mi casa con colores de anémonas.