Monday, July 13, 2009

I shall pronounce a star

By Rubi Arana
Translation David Miller
[Adriana Herrera & David Miller]
It is an honor to be here and talking to you in Spanish language. With love and respect toward what the great North American Literature represents and the language of Shakespeare, but above the immense Whitman, father of powers.

I would tell you, I am not one poet but: since my early childhood I am with my scriptural habits removing it together with a personal style and a thought for the new Age of Aquarius. I am a woman of the passing of centuries, and my poetic order belongs to this. I have prepared all my life to for giving the best of me, which is a little, but the seeds are small.

I come from one of the poorest countries of the globe, Nicaragua, in the very center of America, but the hallucinating sun of Ruben Dario lives as the spring of sounds and gave the shine that I needed to the very Spain. If I name a poet from the land in which I born, it is because this great beings the parallel of that other great being that I named before: Whitman.

I could cite a universe of names, but I shall only pronounce a star: the Chilean star of Pablo Neruda, Nobel Prize 1971. I work in the Spanish idiom, Cervantes Language that is also the voice of the immigrant that does not have a voice. We are the other face of the coin. But it is the same coin.

Before the homage we have made a record upon the mantel, that of Michael Jackson: direct son of Terpsichore, inhabitant of the center of our hearts.

Thanks you very much.

Coral Gables, FL 6/30/2009

Pronunciaré una estrella

Por Rubí Arana (Palabras de presentación de su libro "Homenaje a la tierra" en The National League of American Pen Women.)

Es un honor para mí estar aquí y dirigirme a ustedes en idioma español. Con amor y respeto hacia lo que significa la gran literatura norteamericana y el lenguaje de Shakespeare pero, sobre todo, el inmenso Walt Whitman, padre de poderes, diría yo.

No soy una poeta más: desde temprana infancia estoy con mi hábito escritural sacándole punta a un estilo personal y a un pensamiento más cósmico para la Era del Aquarius. Soy mujer del cruce de siglos y a éste pertenece mi orden poético. Me he preparado toda una vida para dar lo mejor de mí, que es poco, pero las semillas son pequeñas.

Vengo de uno de los países mas pobres del orbe, Nicaragüa, en el centro mismo de América; pero el sol alucinante de Rubén Darío vive como primavera de sonidos y le dio el brillo que necesitaba a la misma España. Si nombro a un poeta de la tierra en que me tocó nacer es porque este gran ser es el paralelo de ese otro gran ser que he nombrado antes: Whitman.

Podría citar un universo de nombres ilustres pero sólo pronunciaré una estrella, la estrella chilena de Pablo Neruda, Premio Nobel 1971; no he venido, pues, con las manos vacías. Trabajo en idioma español para el idioma español, aquí, en Los Estados Unidos (del norte de América) la lengua cervantina que es también la voz de los inmigrantes que no tienen voz. Nosotros somos el otro rostro de la moneda, de la misma moneda.

Antes del homenaje voy a echar un disco sobre el mantel, el de Michael Jackson: hijo dilecto de Tepsícore, habitante del centro de nuestros corazones.

Muchas Gracias

Coral Gables, FL junio 30, 2009

Rubi Arana: la voz de Eva recontando el mundo

Por Adriana Herrera
Especial/EL Nuevo Herald, noviembre 9, 2008 - 2D Galería

Rubi Arana, poeta nicaragüense que llegó a Miami en 1974, "como parte de ese éxodo que siempre deja las huellas de los pies de todo tamaño sobre el barro", según Sergio Ramírez, había descubierto desde muy niña, cuando el polio la inmovilizó, que las palabras tienen el poder -y el placer- de los juegos y son capaces de sostener los mundos que se precipitan. Entre los tres y los cuatro años, sujeta a la inmovilidad, forzosamente separada de los otros niños que no sabían cómo jugar con ella, se entretenía “escuchando los sonidos, el ruido de las palabras" que provenían del mundo de los adultos, tan distante. Rescataba frases como "el plato de China es rosado" y las guardaba en la memoria, para llenar con ellas el tiempo infinito de la oscuridad nocturna.

Cuando aprendió a caminar de nuevo y descubrió los signos alfabéticos eligió una columna del patio de su casa en Masaya para garabatear esas frases memorizadas con un lápiz que le transfirió la emoción del signo escrito. Los repasaba. “Un día me vieron y descubrieron toda manchada la columna y tuve que borrar toda mi gran obra literaria". Luego, sentada en las gradas del patio mirando hacia arriba escribía sobre el cielo, los pájaros y las flores sin saber que hacerlo era el inicio de su propia poesía.

En los 60’s, en plena juventud comenzó a ser consciente de la poesía, a creer en "un Dios cósmico" y se liberó de la métrica gracias a los Veinte Poemas de Amor y Una Canción Desesperada. "No es Darío el libertador de América, sino Neruda.” Luego, debió matar al padre literario, para hallar su voz e iniciar "una fundación solitaria”. En el libro que presentó en la feria del libro de Miami, Homenaje a la Tierra, ¬escrito después de otros como Emmanuel, o In Nomine Fillii- hay un juego intertextual con la Residencia en la Tierra, pero el recurso del homenaje no aminora la soberanía de su mundo poético. Mas allá de los rasgos surrealistas o del eco de las tradiciones de la literatura ocultista, es claro el rastro de un camino de creación solitario.

La primera parte del libro contiene un génesis narrado por una voz femenina, Acahualinca, nombre de la tierra y mito del origen, no solo es un cosmos en gestación, sino también el nombre del barrio mas miserable de Managua, espejo de una carencia que trae el peso de siglos:

"En Acahualinca
las casas/son de cartón
los techos de las casas
como los zapatos
de Manacho
se esfuman con la lluvia.
Las casas de Acahualinca
se diluyen
como los zapatos
que conmueven
los zapatos
con pavor al agua
del pobre Manacho".


La enumeración de un cosmos desemboca vertiginosamente en los recodos de la historia. La poesía hila, contra toda mascarada, su intento de restituir la esperanza humana:

"Pudiera ser del alba su luz que llega" (...)
Tendrás el pan
Acahualinca
un cetro
sonoro como címbalo sagrado
y el lento vuelo del bronce".


Si hay un signo común en su palabra es el tejido que entrelaza lo mítico atemporal con la voluntad de forjar un modo de encarar la condición de la historia, la desafiante elección de la poeta que reescribe el mundo, transgrediendo. En Salutación, se dirige a la figura de Eva, madre de los desobedientes:

"Madre Ave
heme aquí tu gracia
tu manzana rodando
en todas partes".


En su Estudio sobre Eva deroga los códigos ancestrales de la veneración y reescribe un génesis desafiante. Mujer Tres es uno de los poemas mas poderosos:
"A imagen y semejanza de la soledad
Eva fue hecha",
escribe y dice, altivamente:
"Eva que desafió al infinito
y recibió lo infinito
la hostia mordida del fruto
la sal invisible en el mar
la soledad de la creación".


Esta Eva que tiene nombre de piedra roja ha decantado durante décadas esa soledad y en ella ha aprendido a escuchar los sonidos del mundo:
"La danza en la caída de las gotas de lluvia
el profundo azul del espacio
la explosión de una estrella de sonido
Todo realmente vive pensando
debajo de las pequeñas flores todo está pensando".


En la tercera parte de su libro, Con Música de Yaraví, hay una "hierogamia", una visión del rito de la cópula como un matrimonio o alianza que involucra el cosmos:
"En tu cuerpo vi la palabra de un árbol
escrita antes en las constelaciones (…)
Bello eres y noche obscura
la boda del mar y el cielo recostada en el horizonte llueve
como sale amor de tus manos a tus pies
la tierra misma rueda
Mi cuerpo es una réplica del cosmos".


De su poesía dice certeramente Sergio Ramírez que sabe "abrirnos la puerta de la intimidad más honda, donde podemos sentarnos a partir y por eso a compartir el misterio en lo hondo de la cueva donde la luz que alumbra es la de la mujer que escribe".

Wednesday, July 1, 2009




Por José O. Alvarez, Ph.D.

Fiel a la memoria del olvido que convierte mamotretos en sentencias y sentencias en palabras, recurro a tres vocales fuertes que cambian en el título de esta nota, para formar una unidad que sirve para desentrañar la semilla que la poeta nicaragüense Rubi Arana ha sembrado en el silencio sagrado del planeta de Acahualinca como un homenaje a la tierra donde Hombre, Hembra, Hambre, son trinidad unitaria, totalidad germinal que cuestiona el caos que hemos creado.

En días pasados, bendito entre muchas mujeres del Pen Club, tuve la oportunidad de escuchar las palabras presocráticas que pronunció Rubi Arana y que me remontaron al génesis donde formas caóticas del agua, aire, fuego, lodo volcánico, generaron esa trinidad de Hombre, Hembra, Hambre, que ahora destaco de su libro.

La visión panteística de Rubi la recoge en la palabra Hombre, para representar al vasto círculo donde se confunden el arriba con el abajo, la noche con el día y los sueños indios, morenos, blancos y amarillos. Admiradora de Walt Whitman, como él, Rubi sueña también con esa cita imaginaria de una humanidad amante y hermanada. En este Hombre retumban también los ecos de ese vientre de América llamado Pablo Neruda que la toca con esa potente voz que está

más allá del pan, más allá del vino, más allá del fuego.

Hembra es la Eva Antigua varona centro del universo que también es trinitaria porque tiene mucho de macho, mucho de hembra y mucho de los dos. El carácter fuerte de Rubi lo demuestra: ha llegado al estadio en que se funde esa trinidad que poseen los habitantes del porvenir recreados magistralmente por Borges.

Como el Tao, esta Hembra es como el eterno vacío lleno con infinitas posibilidades cuánticas que existe mucho antes del Verbo y mucho antes que Dios. En ese caos primigenio reina el misterio de esa nada pretérita y por venir.

Según Adriana Herrera, quien hizo la presentación de Rubi Arana en ese acto cultural, lo que hace la poeta nicaragüense es recoger en este libro fragmentos de ese palimpsesto garabateados en una columna del patio de la casa de Rubi en su Masaya natal. (Ver nota)

Hambre denuncia no solo a los poderes erigidos desde las derechas (a los Somoza agrega el apellido de Matón) o desde las izquierdas (que con nombre de profeta engañan con máscara libertaria) para mantener a los habitantes de la tierra del Padre Nuestro con la esperanza del pan que no les llega cada día. Con Rubi podemos detectar que los habitantes de Acuahualinca no poseen sino el temor al agua que pierden bajo la lluvia que destruye sus zapatos y sus casas de cartón. Hasta a su amigo de toda la vida, Sergio Ramírez, ex-vicepresidente de Nicaragua, le hace el mismo cuestionamiento. Mas escritor que político, Sergio le contesta con un prólogo donde confiesa que esos cataclismos que les dieron la vida siguen sin resolver. Por eso la denuncia del Hambre hecha por Rubi no es una denuncia panfletaria porque no toma partido sino que toma entero como Varona integral.

Al igual que sus maestros Whitman, Darío y Neruda, Rubi usa las palabras como Hombre, Hembra, Hambre para desentrañar las huellas de Acahualinca y llenar de poesía ese vacío sagrado que nos llama como una liberación.

Huellas de Acahualinca



Monday, June 29, 2009

Ariadna se interroga en ausencia de Teseo

Por Adriana Herrera Téllez

Sólo después de un combate a oscuras, desgarrada por la duda, Ariadna entregó al héroe el hilo que conducía a la salida del laberinto. No había apurado aún hasta el fondo la copa de vino rojo que le ofrecía, pero lo había visto caminar descalzo marcando su pie sobre las rocas, haciendo saltar chispas de color bronce en la oquedad del tiempo y quería beberse su voz, deslizarse por su garganta, reconocer sus manos de varón, palpar sus dedos sobre ella, descender con él hasta no sabía qué reino buscando el lecho de ríos que no tuvieran nombre.

Dispuesta a aventurarse con él –aún sin mapas ni rutas definidas- hasta el fondo de la noche, había traicionado su propio secreto y el de todos los suyos para encontrarse al fin de pie en el puerto, dispuesta a remontar a su lado las aguas más hondas, esos reinos mar adentro donde la ardiente transparencia enciende la carne.

Había transgredido todas las leyes para irse con él, en espera de que esa sola palabra, más poderosa que la lengua de los ángeles, brotara de la boca de Teseo en la que ella se hundía tibiamente hasta la oscuridad sin fondo.

¿Acaso importaba ahora que él no la hubiera pronunciado nunca si a fin de cuentas una y otra noche en la travesía hasta Naxos, ella había resurgido de su extravío con el grito de gozo de la nadadora que emerge desde lo más profundo y se reconoce por primera vez a sí misma?

Ariadna había recorrido el laberinto y sus espejos buscando su silueta de Minotauro como si fuera el anverso de su sombra, la prolongación de su propio cuerpo. A menudo se detenía siguiendo un tácito código, señales que provenían del aliento turbio del toro y que parecían agudizar en ella la sensación de que a base de postergaciones –alivianando la prisa con la que se acercaba a él- podría dominar el peligro.

Acaso habría sido mejor que siguiera desde el principio las precipitaciones de sus propias corrientes, el vértigo que el Minotauro le imponía a su sangre.

Acaso tampoco habría bastado.

Cuando entró al fin en el último círculo del laberinto no tenía ya ningún secreto que revelarle, Ninguna muerte que ofrendar, ningún conjuro para liberarlo.

Descubría que era extranjera –había estado tocada por la pasión del ateniense- y que otra mujer que tenía su mismo nombre había desenrollado ya el ovillo. No para que héroe alguno hundiera el acero en el cuello poderoso del toro, sino para adentrarse ella misma hasta el vertiginoso centro, despojarlo de la máscara de la bestia e ir tras él al festín del amor que retorna a la inocencia.

Adonis

Por Beatriz Mendoza

Adonis de cuerpo blanco que duermes en mi cama,
dime: ¿cómo llegaste hasta aquí?
¿Acaso te arrastré por los pelos hasta mi guarida oscura
para devorar tu cuerpo de queso poco a poco?
¿O te metiste en mi casa mientras yo dormía
y me sacaste de los brazos de otro
sólo para descubrir que ya no estabas,
que te había soñado?

¿Qué hiciste con la última noche que pasamos,
la noche en que vi el mar y todos los colores
bocabajo, desnuda, en un rincón desde tu cama?
¿La echaste al día siguiente por la borda del barco
que te dejó para siempre en el reino de mis sombras
o la diste de comer a las nubes que hambrientas
desde fuera del avión que te llevó de vuelta
contemplaban absortas tu belleza?

Agradecida estoy con las dos diosas
pues no soy reina del amor ni de la muerte
y sin embargo me fue dada tu belleza al ofrecerte
mi lecho durante uno de los cuatro meses
que Zeus destinó para tu propio goce.
Adonis de cuerpo blanco, tú querías un poema.
¿No sabes que los versos, como las cosas nobles,
están reservados para los bellos de espíritu?
Yo maté tu recuerdo una mañana
y esparcí su sangre en mi jardín
y hoy vibra mi casa con colores de anémonas.

Instrucciones

Por Beatriz Mendoza

Escucha lo que te digo.
No me vistas sin antes desvestirme.
No me abraces sin abrazarte a mi espalda.
No me invites a comer algo que no sea etéreo.
No me seas fiel, sino fiel a tus palabras.
No me hables sin antes escucharme,
sin antes indagar en el fondo de mis sueños.
No vengas sin ambición, sin talento y sin ternura.
Y ten siempre dispuesta una sonrisa alada
y el hueco que se forma entre tu pecho y tu brazo
o el que habita en el centro de tu espalda
o el que puebla de sombras el valle de tu ombligo.

Una noche,
cualquiera de estas noches,
cualquiera de estas cosas
pediré prestadas.

Angustia

Por Beatriz Mendoza

Destilando el zumo de mis propias angustias,
abandonada de Dios y mis amigos,
me enfrento a todos mis temores,
los miro a cada uno a la cara,
tratando de disipar su conjuro.

En la oscuridad los veo claramente.
Se mofan de mí con muecas repugnantes.
Yo sólo los miro, no digo casi nada.
Avanzan hacia mí
cerniendo su amenza.

Un paso hacia delante,
una posición Tai Chi
un movimiento Shao Lin
y hullen despavoridos.
Se internan en las sombras
de donde salieron.
Atemorizados,
aferrados a sus propios miedos,
agazapados en la noche,
esperan en silencio otra oportunidad.

La otra

Por Beatriz Mendoza

En la tranquila soledad de mi oscuro apartamento
vive una mujer pequeñita como una hormiga.

Casi todas mañanas la sorprendo mirándome
enigmática y ceñuda al otro lado del espejo.
Por las noches me la encuentro escribiendo
volcada en un diario, con los ojos volados.

Esta mañana tropecé con ella.
Me encaró de repente mientras me vestía.
Sacó del armario lo que debía ponerme.
Me disfracé de ella sin oponer resistencia.

Siempre tiene una cara diferente,
pero los otros la confunden conmigo
ha llegado incluso a usurparme en la cama:
ayer la sorprendí con un hombre que era mío.

Y está sola, muy sola,
inclusive aquellas veces que amanece contigo.

El estigma

Por Beatriz Mendoza

El hierro quemante del estigma,
la marca indeleble que duele eternamente,
selló mi frente, mi corazón y mi garganta
el mismo día que recibí el diagnóstico.

No sé como llegué hasta ese lugar
o tal vez sí, pero quiera olvidarlo.

Recuerdo una noche de gritos.
Me ví recogida en un ovillo
aterrada de mí,
presa del insomnio y de tu ausencia.

Después vino la magia,
la llave secreta que abre todas las puertas,
los rituales sagrados para alejar el mal,
las noches plenas de calor, de música, de fiesta.

La vida era una obra en la que yo actuaba.
Entonces me vestí de rosa, me perfumé de rosa,
acepté finalmente el rosa de mi cuerpo
y salí al escenario, feliz de ser mujer.

Por último llegaste, pero tú no me viste,
tu sólo viste el fútbol y yo quedé deshecha,
maltrecha, deshojada, caminé en tus zapatos,
entendí tus razones y lloré.

Llegaron las haditas y me hablaron al oído.
No pude verlas pero sentí su presencia
y cada canción era para mí
y todo tenía más de un sentido.

En la sala de espera
traspasé el tiempo y el espacio
y me ví convertida en una vieja,
trasformada en un niño asustado.

Contesté las preguntas.
Me sometí a los exámenes.
Viví la espera sin tiempo de los enfermos.
Dormí, lloré, hablé y hasta grité.

Entonces descubrí
que dios existe detrás de una cortina.
Pero no lo dije por temor al estigma.
Supe también que yo era la elegida.
Pero no lo dije por temor al estigma.

Desperté de un corto sueño
y una hermosa mujer me condujo
a bordo de una camilla voladora
hacia el encierro voluntario.

Un angel me recibió en el pasillo.
Me dio abrigo, comida y comprensión.
Tuve por fin el descanso del sueño
y el espejo de unos ojos donde mirarme.

Afuera quedaron los amados
y yo a merced de las horas.

Salí de allí con una condición.
Llegué a la cita sin saber que me esperaban
con un hierro candente y yo ingenua
ofrecí mi frente, mi corazón y mi garganta.

Ahora ando por el mundo
con esta marca indeleble
y me deshago en tinta
tratando de explicar
a qué se debe.

Sunday, June 28, 2009

Diversidad

Por Luis A. Miranda

La síntesis, el flujo de la diversidad,
las determinaciones son tus ojos azules,
el cabello que cae lleno de sol
sobre la noche azul de tus ausencias.

Cuando llegué, ya todo estaba en componenda
la vida son mapas y calcos
la semejanza no es la copia
sino la creación y la recreación
de una noche pintando y pintando

Recorriendo lo dado sin cuestionar siquiera
los entornos, sin mirar el retrato oficial,
sin creerle al mediocre funcionario público
que se esconde en el corazón de cada rebelde,
cubriendo sin causa sus motivos.

Comentar lo ajeno es más que lamentable,
me robaste el corazón y la piel,
¿Quién quiere ser imparcial?
¿Quién objetivo?

Una canción para dar algo
a quien todo lo olvida
rasgando una guitarra vieja

Las determinaciones son
tu rostro encendido y tus manos
religiosas para el placer
sobre la claridad de los países
cuando despiertan en la madrugada

Silenciosa ternura de los actos de pensamiento
contra los filósofos y las opiniones.

¿Cómo superar los dualismos,
en medio de la escolástica
de las armas nucleares y de las guerras preventivas?
¿A dónde nos conduce la historia?

Del atomismo a la fenomenología
me encontré con tus brazos abiertos
a la tradición platónica que niega la diversidad.

Lo bueno para ti y para mí,
no es bueno, quizá, para los otros,
el bueno es múltiple o es uno.

Quimérico o fementido, copia o representación,
todos los hombres son iguales
y deben decir adiós a las
esencias, castigar los verbos,
no preguntar por las cosas
que suceden sin el consentimiento
de las razones y las ideologías.

Verdad y sentido tiene la duda
cuando cada uno guarda en los laberintos
indescifrables de sus lóbulos frontales
el miasma genético inconciente
de su nudo neuronal.

Hemos sido concebidos con todas las cargas
y todos somos presidiarios
espiados por las cámaras
del hermano mayor en todo el mundo.


Unos extra-terrestres nos han raptado
y nos engordan, como a Hanzel y Gretel
para comernos uno de estos días.
¡El que no sea igual a mí, que se condene!

Saturday, June 27, 2009

Somos factura

Por Luis A. Miranda

Somos factura
de los buenos y los malos recuerdos
sin que podamos cambiar la adversidad,
la locura o la fortuna,
en el túnel del atavismo ciego,
a las falsas creencias y a las
falacias de los libros sagrados
y los hombres perdidos.

Yo lo quería decir,
otros lo han dicho:
la teoría es acción,
es vida y muerte
y todos continuamos en movimiento
hasta encontrar, ese muro insalvable
del olvido.

El lente proustiano

Por Luis A. Miranda

El lente proustiano
para explorar el mundo
es la última cucharadita
del que quiere pasar la noche con nosotros.

Estar convencido de los gestos
de las Marías tristes
que buscan los efectos de sus amores
moviendo las caderas a su antojo.

¿Cómo cambiar la realidad?
¿cómo ser madre y ser hija?
¿cómo ser virgen y prostituta?
¿cómo esposa y amante?

Puta la madre y puta la hija
puta la realidad que las cobija,
de qué nos vale el mejor libro
si no puede llevarnos
a caminar los rumbos
de un más allá de abandonos
y desencuentros, de libélulas
y traiciones veraniegas
de buenas y malas causas
trasnochadas.

De qué nos vale el mejor libro
si no puede elevarnos
sobre los muros agujereados
del amor gastado por las horas
de los libros oficiales
del poder establecido
si no puede hacernos volar
sobre las maquinarias de
las guerras compradas y vendidas
si no puede ayudarnos
a construir un mundo sin soldados.

La verdadera libertad del hombre,
la metamorfosis kafkiana
que nos libera del lugar común
de la muerte que toca a cada uno
ya no hay ficción ni realidad
la teoría es la práctica,
pensar es accionar
el libre pensamiento
mata o crea
pensamos y matamos
al tiempo.

Leves briznas al viento

Daniel Angulo me sugirió que no dejara de lado las notas culturales de las reuniones informales que tenemos de vez en cuando los que llevamos bien clavada la espinita del arte y la literatura. Jaime Cabrera, mucho más severo afirma que “lo escrito escrito está" ya que las palabras se las lleva el viento y probablemente nadie las recupere por inocuas, cuando la tecnología lo permita. Como Gabo, me gusta hacer estas notas para que mis amigos me quieran más y mis enemigos (si los tengo) dejen de serlo. Obviamente que al final son epifanadas que van a parar al océano de la nada.

La reunión de la pasada noche donde Adriana Herrera Téllez fue especial porque reunió a literatos, poetas, pintores, periodistas y sicólogos. Adriana, haciendo honor a su nombre, nos contó un cuento muy hermoso de su cosecha, donde en cierta forma cuestiona a la literatura y a la vida que se nutre de violencia. En el cuento, esta escritora y periodista pacifista, compasiva y tierna, nos presenta una Arianna que va en busca del Minotauro no para matarlo sino para seducirlo e invitarlo a que se adentre en su vertiginoso laberinto.

Aunque todos participamos, la batuta la tomó Alberto Gómez, un pintor que comparte su pasión por el arte con jóvenes hispanos y que elabora murales grandes y llenos de colorido. Este pintor que investiga a profundidad para plasmar su obra, disertó sobre varios aspectos de la historia colombiana. Lo que me extremeció de su trabajo luego de examinarlo detenidamente, fueron 82 grabados que recogen la imagen de 82 funcionarios colombianos de la rama legislativa (número cabalístico que reposa en los Archivos de Seguridad Nacional de los Estados Unidos). Hay algo macabro que los identifica y produce pesadillas. Esos 82 Padres de la Patria pronto quedarán en la ignominia porque la vida es breve pero perdurarán en la memoria de la infamia rescatada por Alberto porque el arte es eterno. Afortunadamente para recuperar la cordura Adriana tiene varias obras de Alberto entre las que se destaca un Quijote de tamaño natural con la cabeza llena de ideales y los brazos listos a deshacer entuertos y una Virgen que se me pareció a una novia cuando el vino rojo hizo mella en mi mollera. Más tarde, ya en mi cama, la virgen me salvó de la pesadilla.

Beatriz Mendoza, que nosotros confundimos con la hermosa Butis, vestida y perfumada de rosa, abandonada de Dios pero no de nosotros sus amigos, comprensiva porque no pide sino fidelidad a la palabra, nos regaló unos versos reservados para los bellos de espíritu. Su esposo Juan Bernal, desde el brazo de la silla, la secundaba.

Luis A. Miranda, quien generalmente pontifica en las tertulias, encontró a un Papa de calibre mayor que lo mantuvo en vilo toda la noche.

-Mi madre me puso Alberto -dijo Alberto.

-Y tú te crees "el Magno" -le ripostó rápidamente Luis.

Hasta el mismo Alberto aplaudió el hecho de que Luis hubiera esperado hasta el final de la velada para sacarse la espinita. En realidad, en esas reuniones el ego que todo artista debe tener y cultivar a veces se apodera de unos más que de otros. Afortunadamente sirve para espolear la inteligencia y para que la discusión no caiga en árida estupidez que flota en otras reuniones donde el artista no se halla.

La lectura de poemas de Luis fue diversa porque con su lente proustiano nos hizo ver que somos factura de esas imágenes sin razón.

Aunque Marta I. Daza planteó la permanencia, Juan Pablo Salas, nos hizo traspasar las fronteras del deseo y llegar a la otra orilla (ver páginas 47-52) de ese río heraclitiano que es monstruoso no porque cambie sino porque somos nosotros los variables, vanos, cambiantes y altisonantes.

José O.

Imágenes sin razón

Por Luis A. Miranda

Las imágenes no son razón,
pero son filosofías, ideas,
son la aparente calma
que nos obliga a repartir las culpas,
la noche del folclor y el ejercicio,
la práctica para describir y realizar
los sueños y las adversidades
que obsesionan a los más y a los menos.

La zaga de nuestras cotidianidades arrugadas
en el nudo secreto de las memorias
nos hace recordar que nadie puede interceder
en el claro conciente de los tiempos modernos.
son las claras advertencias del órgano
al que Bach dio sus horas continuas
y una vida para alejar al hombre en el hospital
y al guerrero vencido por las guerras inútiles.

Las imágenes no son razón,
pero inducen la duda y el reclamo,
el resultado de la maravilla
de las pantallas de video,
son huellas en la búsqueda,
rastros de sangre en el ocaso
libros indescifrables e ilegibles,
sinrazón a la que quieren acostumbrarnos.

Acaso llegue un día,
en los que esos libros de ideologías perversas
no puedan ser escritos
y el hombre, ¡ese pobre animal!
bestia destrozada por la racionalidad
y el oro desbordante del poder,
descubra el verdadero flujo
de sus cargas
la belleza indescriptible de su ocio,
el arte de los amaneceres y las noches
de luna llena en medio del mar antiguo
de Cervantes y Shakespeare.

Seremos los pensadores contra el pensamiento,
filósofos contra la razón, poetas contra el amor
vestidos de travesti, actores enemigos del teatro,
empresarios sin empresa, profesores sin alumnos,
instrumentos para perturbar, señores de experiencias inéditas
y libros virtuales sin papel y sin tinta.

Las imágenes no son razón, pero son filosofías,
sueños inenarrables de bíblicas empresas,
ideas y conceptos desperdigados por el suelo,
carboncillos desteñidos con lluvia,
cuerpos atropellados por un carro fantasma
y deshechos como tubos de óleo destrozados
por el tremendo corcel de la noche
y el monstruo que nos oprime la barriga
cuando dormidos a pierna suelta.

Viajamos por los extraños mundos
que nuestros ancestros han dispuesto
con sus guerras y sus religiones,
con sus obsidianas inteligentes
para arrancar de un solo tajo
el corazón y la mente
de los otros, de los demás, de todos
en medio de la impunidad de los sistemas
y la traición de los sacerdotes
atrapados también en las imágenes.

¡Hola Papá! ¿Cómo que no importa?
nos duelen las ideas y las filosofías
los cuerpos, los fantasmas, los desterrados
de la tierra en eterno retorno
hacia la nada de los infames.